"Ya nadie escribe cartas", comenzaba él la suya. Con un preámbulo así, la respuesta quedaba anulada de antemano. Se equivocó, claro: ya nadie envía cartas, pero sí que las escriben. Se escriben muchas, millones de cartas… y luego sólo se envían postales. Ciertas personas merecen una novela entera, más que una carta y, al final, injustamente, no reciben siquiera una postal. Yo sólo envío postales. Pero no a los lectores de novelas.