"A vida é o que fazemos dela. As viagens são os viajantes. O que vemos, não é o que vemos, senão o que somos."
Fernando Pessoa

domingo, 18 de mayo de 2008

Una buena vecina

Los llamados mediáticamente monstruos –pero no son deformes, sino malvados– pasan y vuelven y vuelven a pasar. Los buenos vecinos quedan. Pasan y vuelven esos canallas que, en la calma y –sobre todo– el silencio de su hogar, violan, asesinan, descuartizan, preparan zulos, construyen prisiones, se deshacen de cuerpos... (Maruja Torres, en El País Semanal:http://www.elpais.com/articulo/portada/buenos/vecinos/elpepusoceps/20080518elpepspor_1/Tes/)

Tengo ganas de invitar a tomar café a Maruja Torres y darle una vuelta por el apartamento. A ver si es capaz de hablarme del silencio de los vecinos y que se escuche su voz por encima del taladrador con el que mi vecino de à côté no deja de taladrar su pared y mi cabeza en esta bella tarde de domingo. Luego podría ir a mi cuarto de baño y tratar de descubrir por qué está llorando y refregándose por el suelo el perro de arriba. Es un perro triste, y no se puede culpar de ello a su dueño, un viejito encantador y educado que siempre le repite que a las mesdemoiselles hay que dejarlas pasar primero por la puerta del ascensor, especialmente si son chicas guapas como yo (de ahí el encanto del tipo). Yo creo que el perro está triste porque le importan muy poco las chicas humanas que se apretujan en un rincón del ascensor como si le tuviesen miedo, y que para guapa la perrita aquella con la que se encontraba todos los sábados en el parque cuando su dueño aún tenía las piernas fuertes y lo sacaba a dar largos paseos. En un rasgo muy humano, el momento en que más se acuerda de ella es por las noches, cuando sus lamentos apenas me dejan lavarme los dientes sin que se me encoja un poquito el cepillo en la boca. A Maruja la animaría a quedarse a dormir, aunque al ser hoy ya fin del fin de semana a lo mejor no tendría suerte y se quedaría sin escuchar alguna de las fiestas que hace mi vecino gay en la que los invitados se comunican con grititos, grititos que se van haciendo más agudos a medida que va avanzando la noche.

Es cierto que vivimos "arracimados en cubículos contiguos", y que defendemos nuestra intimidad, eso por supuesto (yo defiendo más la mía que la de los demás, eso también es verdad), pero no que estemos incomunicados. O será que, después de todo, este no es un buen vecindario. Por eso nos gusta enterarnos de lo que hacen los otros, y pegar cartelitos en el ascensor para que todo el mundo sepa que los del quinto van a hacer una fiesta el sábado por la noche porque es el cumpleaños de uno, que la vecina del décimo, que acaba de tener un niño, necesita una canguro para los próximos meses, que a la oftalmóloga del primero no le funciona el porterillo, que alguien ha robado una bicicleta del sótano, o que uno de mi planta quiere vender su casa.

Lo confieso: me apasiona pegar la oreja. Y es una actividad que requiere entrenamiento, porque los ruidos no son siempre fáciles de interpretar, aunque me encanta cuando el vecino de al lado del ascensor interpreta Para Elisa al piano. Gracias al sonido, tengo también controlados a mis vecinos tenistas, casi los reconozco por el toc-toc-toc... Están los dos amigos cuarentones con sus uniformes semi profesionales, el papá que enseña a jugar (o a cómo recoger pelotas) a sus hijos,... Y eso que aún no he ido a la piscina, en donde podré completar las historias que se me escapan por falta de visibilidad o de agudeza auditiva, es decir la zona este del edificio y las plantas más bajas, totalmente fueras de mi dominio hasta el momento.

Me tranquilizo pensando en que ellos también se habrán enterado de alguna que otra fiesta, de alguna película de miedo o alguna que otra cena. Saben que desde que se fue mi colloc francesa ya no tenemos aspirador, y como tenemos que pedírselos a ellos, no se les escapa la frecuencia con la que hacemos limpieza.

Tienen que haberme escuchado malcantar a voz en grito, últimamente más de lo normal, en mis pausas de estudio de Image et Evénement. Por cierto que muchas veces me he preguntado si no les sonará bien, a una siempre le parece que cantan más afinado los que lo hacen en otro idioma, y yo para cantagritar prefiero el español.

En fin, termina así el artículo de Maruja Torres:


Hitchcock no podría rodar hoy La ventana indiscreta. Ya nadie espía al asesino de enfrente.


Definitivamente, yo tengo que haber sido de otra época.

3 comentarios:

Unknown dijo...
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Unknown dijo...

Lo que está claro es que Maruja Torres no te conoce ni a ti ni a tu ventana ni ha leído tu blog. En caso contrario no hubiera escrito nunca ese artículo. Lo hubiera cambiado por tu “buena vecina”.
Pero hablando de periodistas y de escritoras, lo que yo quería decirte hoy es que ya tengo tu libro. Pero … ¿cómo ? que usted querido lector no sabe que Alisa ya ha publicado un libro ? … es que eres muy humilde y no te vendes. Venga … un poco de publicidad … El mejor libro de relatos del mundo acaba de salir al mercado. 25 autores noveles nos deleitan con sus historias. El profesor de la Facultad de Comunicación de Sevilla Miguel Nieto los ha seleccionado. El título : VENTANAS DE
INTERNET, Prólogo de José Manuel Caballero Bonald, publicado por la Fundación Caballero Bonald y el Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad y Literatura de la Universidad de Sevilla, editado por Miguel Nieto Nuño Edición Digital @ tres. Lo podéis conseguir en Librerías Beta de Sevilla. El relato de Alisa se llama “La Esquina de Hojalata”.

Alisa dijo...

Gracias, Manu. No ha sido por humildad sino por falta de tiempo. Iba a escribir sobre el libro pero te has adelantado, en eso y en tenerlo, ya que en Francia resulta un poco difícil encontrarlo. Añado que el libro promete. Ventanas de Internet es un volumen de 25 relatos escritos por compañeros de la Facultad de Periodismo con diferentes temas, diferentes estilos y más o menos la misma cantidad de ilusión invertida, que no es poca. Ya sé que la ilusión no es garantía de calidad, pero es que además estos chicos tienen madera, oigan (¿lo ves, Manu, como te equivocaste con lo de la humildad?)
¿El precio? Muy asequible, pero, ¿quién piensa en dinero cuando hablamos de cultivar el espíritu?
¿Dónde? Se pueden comprar en Sevilla en las librerías Beta de la calle Sagasta, de la calle Sierpes y de Eduardo Dato, y próximamente estarán también en República Argentina y en Viapol.
¿Cuándo? Aviso que se los están quitando a los libreros de las manos. En la Feria del Libro se agotaron en muy pocas horas… Y el que avisa no es traidor...

Saluditossss