"A vida é o que fazemos dela. As viagens são os viajantes. O que vemos, não é o que vemos, senão o que somos."
Fernando Pessoa

lunes, 4 de julio de 2011

Paseo del Prado


P. daba volteretas junto a la ventana. El parte meteorológico ha anunciado que Madrid, una de las ciudades más reales por las que ha pasado, estará varios días envuelta en una neblina como de sueño. Si saber cómo ha pasado, es cierto que ha pasado (por ella), y no sabe qué ha pasado. Por qué hay ciudades más de mentira, e incluso ciudades que no existen, con un aspecto más real que Madrid, eso seguirá  siendo un misterio. Ciudades de semanas o de días, o incluso ciudades que nunca han nacido podrían ser más reales que esa ciudad tan real y tan disparatada y tan de colores y tan de escenarios. Porque Madrid, para P., es, sobre todo, escenario. Un puro escenario de estaciones, de cafés y de plazas, pero sobre todo de estaciones. Y sobre todo de plazas.


Madrid ha sostenido grandes escenas sin resbalarse, sin doblarse ni un poquito. Escenas terribles, fuertes, gigantes; escenas ruidosas y apresuradas; escenas asfixiantes, demoledoras, moradas. Escenas firmes, naranjas y genuinas. Y escenas suaves, frágiles y celestes; escenas tímidas y dóciles de chocolate, escenas muy creíblemente sorprendentes, decoradas con luces, papel maché y nocturnas bambalinas, como en el mayor escenario de teatro que jamás P. había soñado.   P., que daba volteretas junto a su ventana y se reía, y se reía porque, cómo, porque no sabía cómo había pasado que había sido durante un rato protagonista en un escenario tan onírico e hiperralista como Madrid. En una ciudad que posee una gran estación con goteras y taxis borrosos, y paseos del prado sin rumbo con cambios de sentido bajo chaparrones rápidos… Y el enorme oso de P., el oso que la espera en el camino para darle una bofetada y un abrazo, y llevarla a tomar un café entre sus brazos de oso, y salvarla así del segundo acto. Y, como por arte de magia, un Paseo del Prado nítido y con rumbo. Un sacacorchos repetido no es demasiado para un oso tan grande, no lo es. Pero P. sabe que el oso ha saltado del escenario y se ha metido en la novela.


P. se ha dicho a sí misma que siempre que necesite obras de teatro volverá. De momento cree que, por una vez, preferirá dedicarse a cosas más calmadas, como, por ejemplo, ser personaje de una novela, y a seguir dando volteretas junto a la ventana.


De todos modos, P. también sabe que un día tendrá que ir a la estación de Atocha, a ese rincón en concreto, y no levantarse de allí hasta que no escriba una obra de teatro. No sería, de todos modos, la primera vez que pasara la noche en una estación, aunque esa otra estación estuviera a miles de kilómetros de distancia.


-          - ¿Kilómetros de distancia de dónde?


-         -  A miles de kilómetros de distancia.


De P.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vamos, que P. volverá para comerse al Oso

Pamplemousse dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pamplemousse dijo...

Pero a otro Oso distinto, que no es el oso de P. sino el del madroño :)