"A vida é o que fazemos dela. As viagens são os viajantes. O que vemos, não é o que vemos, senão o que somos."
Fernando Pessoa

sábado, 22 de diciembre de 2007

Compromiso


Hace algunos días, la conversación de tres personas alrededor de una botella de Côtes de Rhône en un bouchon lyonnais tomó los derroteros del artículo de Suso de Toro que transcribo a continuación. No mucho tiempo antes, una historia d’ailleurs había desencadenado también una discusión parecida en el sofá rojo de un piso 16 entre chicas Garibaldi. Las conclusiones a las que se llegaron… se me olvidaron.



- ¿Qué te pasa? Hoy pareces disgustado…
- Psé. Sí, estoy disgustado. Un poco. Ya lo veía venir…
- ¿Qué es lo que veías venir? ¿La subida del petróleo?
- No, hombre, no. Hablo de mis cosas. Hablo de cosas serias.
- Bueno. Que el petróleo suba es una cosa seria, afecta al pan, al gas, a los salarios…
- Sí, hombre, ya lo sé. Pero al final siempre vamos tirando, ¿no? No es el fin del mundo. No es eso. Es que mi hija se divorcia de su marido.
- Ah, bueno. Pensé que era otra cosa. Hombre, no hay para alegrarse, pero si la cosa iba mal…
- Sí, iba mal. La mujer y yo ya veíamos que llevaban un tiempo de morros. Pero ahora… Tienen una niña de dos años…
- Ya. Pero es peor que la niña crezca viendo a sus padres llevarse mal.
- No sé. No sé. Ya no entiendo nada.
- ¿Pero estás contra el divorcio?
- ¿Quién, yo? Quita, quita. El divorcio es lo mejor, cuando no hay solución es lo mejor. Pero, digo yo, ¿es que ahora nunca hay solución para los problemas de los matrimonios? Es que tiran la toalla en seguida. En cuanto llevan dos o tres años casados y ven que no se llevan bien ya se divorcian.
- ¿Y qué quieres que hagan? Es lo mejor; si no se entienden, divorcio y santas pascuas.
- Cómo se nota que no estás casado y no tienes hijos…
- ¿Y por eso no tengo razón?
- No sé. Yo creo que no. Creo que hay que luchar, ¿no? Antes de tirar la toalla.
- Lo dices por los niños.
- Lo digo por los hijos, claro. Eso lo primero. Ya sólo por eso habría que pensárselo bien, ¿no crees? Pero es que además lo digo por uno mismo.
- Pues por uno mismo lo mejor y más cómodo es cortar por lo sano.
- Pues no, no estoy de acuerdo.
- Ah, tú crees que hay que sufrir, ¿no? Venimos a este valle de lágrimas a sufrir… Oye, vida no hay más que una. Yo ya tengo más de treinta años y quiero disfrutar lo que pueda. Me queda toda la eternidad para portarme bien.
- Pero es que entonces no se puede contar nunca con nadie. Si cada uno va a lo suyo, ¿cómo vas a poder confiar en nadie, en que va a estar ahí cuando lo necesites? Es que así no se puede ni formar un contrato de sociedad, una empresa… Así no hay matrimonio que valga. Si no estás dispuesto a nada…
- ¿Pero a qué hay que estar dispuesto?
- A intentarlo en serio, a cumplir lo prometido. A todo, a algo, a prometer. Si no puedes prometer algo e intentar cumplirlo entonces es que no tienes palabra. No vales nada.
- Pero si no hay nada fijo, hombre. ¿Tú cuánto hace que trabajas en esta empresa?
- Nueve años.
- Bueno, pues ¿y si el año que viene te echan? No puedes confiar en nadie, ni en el futuro. No hay futuro. Lo mismo ocurre con las relaciones, te dejan o la dejas.
- Pero es que así no se puede pedir ni una hipoteca, si no hay confianza en el futuro. Si no hay un pacto de futuro.
- Desengáñate, ya nadie se compromete. No hay compromiso, un contrato no vale nada. Ni siquiera el de matrimonio. Lo que firmas no vale nada.
- Pero si nuestra palabra no vale nada, entonces ¿qué valemos? Si no somos capaces de comprometernos a nada, ¿qué valemos? No valemos nada.
- Pues a lo mejor valemos poco.
- Entonces no hay futuro. Así no hay futuro.
- Ay, qué equivocado te veo. Eres un hombre antiguo.

No hay comentarios: